HISTORIA DE LA TEOCRACIA ECUMÉNICA

La Teocracia Ecuménica es, en si misma, una Comunión Soberana. Nacida de la voluntad de Dios, y por obra de El, en fidelidad a El se fundamenta. Nacida en los origenes, protegida por la solicitud Divina, fortalecida por amor del Pueblo de Dios, procurando captar toda la realidad y sabiduría de El, corregiendo sus propios errores, procurando adaptarse al ministerio que le competía, la Teocracia es hoy una magnífica tarea de trabajo.

Wednesday, November 02, 2005

LOS SUCESORES DE CONSTANTINO


Los hijos de Constantino el Grande, Constantino II, Constancio y Constante, empezaron, después de la muerte de su padre, por gobernar juntos el Imperio, con título de augustos.

Pero la enemistad existente entre los tres sucesores de Constantino se complicó más por el hecho de que el Imperio tenía que sostener una guerra ruinosa contra persas, y germanos. Las decisiones entre los tres augustos no estallaron solo a propósito de cuestiones políticas, sino también religiosas. Mientras Constantino y Constante eran partidarios de los niceanos, Constancio, continuando y desarrollando el estado de ánimo religioso de los últimos días de su padre, se declaró abiertamente en favor de los arríanos. En el curso de las guerras civiles que siguieron, tanto Constantino II como. algunos años más tarde, Constante, perecieron de muerte violenta. Constancio quedó al fin como único emperador.

Partidario convencido del arrianismo, Constancio favoreció a los arríanos de manera persistente, en detrimento del paganismo, que bajo su gobierno sufrió numerosas restricciones. Uno de los edictos de Constancio, declara: “Que cese la superstición y que la locura del sacrificio sea abolida.” Pero los templos paganos subsistían, en su integridad, fuera del recinto ciudadano. Algunos años después se publicó un edicto ordenando la clausura de los templos paganos. Quedaba prohibido acudir a ellos y sacrificar no importaba en qué lugar o ciudad del Imperio, so pena de muerte y confiscación de bien otro edicto, leemos que la pena de muerte estaba suspendida sobre la cabeza de cualquiera que sacrificase a 1os ídolos o los venerara.


Cuando Constando, para festejar el vigésimo aniversario de su gobierno, se encamino por primera vez a Roma. ordenó, después de haber visitado numerosos monumentos de la antigüedad en compañía de senadores que continuaban siendo paganos, que se quitase del Senado el altar de la Victoria, el cual personificaba para el paganismo toda la pasada grandeza romana. Este hecho produjo profunda impresión en todos los paganos, quienes comprendieron que llegaban los últimos días de su religión. Bajo Constancio, aumentaron aun más las inmunidades del clero. Los obispos fueron declarados independientes en absoluto de los tribunales civiles.

Sin embargo, a la vez que se tomaban tan rigurosas medidas contra el paganismo, éste seguía en pie, no por sus propias fuerzas, sino merced a cierta protección que encontraba en el gobierno. Así, Constancio dejó subsistir en Roma las vestales y los sacerdotes oficiales. En uno de sus edictos, ordenó la elección de un “sacerdos” para África. Hasta el fin de su reinado ostentó el título de “Pontifex Maximus.”

Pero en conjunto, el paganismo sufrió, bajo Constancio, toda una serie de medidas restrictivas, mientras el cristianismo — si bien bajo forma arriana se desarrollaba y afirmaba.

La política extremamente arriana de Constancio dio nacimiento a cierto número de conflictos con los necéanos. La larga lucha de Constancio y de Atanasio de Alejandría, el célebre defensor del seísmo, se caracterizó por un ensañamiento particular. Cuando Constancio murió, el 361, ni niceanos ni paganos lloraron sinceramente al emperador difunto. Los paganos se regocijaron del advenimiento de Juliano, partidario declarado del paganismo. Los sentimientos que despertó en el partido ortodoxo la muerte de Constancio, pueden juzgarse por las palabras siguientes de Jerónimo: “El Señor despierta y domina la tempestad. Muerta la bestia, la tranquilidad renace.”

Los solemnes funerales de Constancio — que sucumbió en Cilicio, en el curso de su campaña contra los persas — se celebraron en presencia del nuevo emperador Juliano, en la iglesia de los Santos Apóstoles, construida por Constantino el Grande. El Senado puso al emperador difunto en el número de los dioses.