6.- Creciendo en luces.

A medida en que los valores espirituales crecen, volviéndose ricos en matices y consecuencias, la imagen de Dios se desviste de la pobre ropaje humana y adquiere todo su explendor en luces, misericordia y pre-evidencia.
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Dios, en esa visión enriquecida, deja de ser un señor de esclavos para adquirir la grandeza de un Ser infinitamente sabio, pleno de amoroso poder y de permanente solicitud por Su creación.
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